'Yo jugué en Primera', Fútbol

Maduro: un secundario con susto en el corazón

En la prolífica cantera del Ajax de Ámsterdam había un futbolista, allá por 2004, que destacaba por encima de todos. Aquello era singular, porque de los Países Bajos suelen trascender jugadores ofensivos y creativos, pero en esa ocasión quien sobresalía era un centrocampista defensivo. Y es que el mejor jugador emergente de ese año en el histórico equipo neerlandés fue Hedwiges Maduro.

Tenía por entonces 19 años y un día recibió la llamada de una leyenda del fútbol mundial. Era Ronald Koeman, entrenador por entonces del primer equipo del Ajax, quien le quería probar en la Eredivisie. Debuta en febrero de 2005 contra el Roda y enseguida su carrera acelera: varios partidos en liga, en Europa League y primera convocatoria con la selección holandesa. Con apenas 20 años, Maduro ya gana títulos (dos supercopas y una copa domésticas) y va al Mundial de Alemania de 2006.

Su estancia en el Amsterdam Arena se prolongaría hasta 2008, cuando este medio defensivo robusto y poderoso en el juego aéreo acababa contrato. Maduro sabía que tenía a varios equipos de Europa siguiéndole y se negó a renovar con el Ajax, así que el club se la devolvió apartándole del primer equipo. Y entonces llega de nuevo él, su mentor: Ronald Koeman

Maduro llega al Valencia en un annus horribilis

En menudo año llega este neerlandés al club che. Koeman entrena a un vestuario roto después de apartar a tres ídolos del Valencia: Cañizares, Angulo y Albelda. El equipo lleva exactamente 7 partidos sin ganar en Liga el día en que se anuncia el fichaje de Maduro, el 18 de enero de 2008. Y acabarían siendo 9.

El Valencia coquetea y mucho toda la temporada con los puestos de descenso. Gana una Copa del Rey, sí, pero ni siquiera ese título le quita el título de «catastrófica» a la 07-08. Pasaron por el banquillo cuatro entrenadores: Quique Sánchez Flores, Óscar Fernández, Koeman (con quien ganan la competición del KO pero al que destituyen a falta de 4 jornadas) y el sempiterno Voro. Maduro juega 11 partidos en media temporada, y lo hace especialmente con su compatriota.

Al año siguiente llega al equipo Unai Emery, y las aguas empiezan a volver a su cauce en el siempre turbulento río valencianista. Hedwiges empieza sin contar para el vasco (de hecho, no debuta en Liga hasta la jornada 12), pero poco a poco va ganando protagonismo. Quienes seguían de cerca los entrenamientos del Valencia aquel año dicen que convenció al de Hondarribia con su trabajo diario. Al final, 22 partidos en competición regular, 6 en Europa League y 1 gol, el que le marcó al Barcelona en Mestalla en la jornada 33:

Sin embargo, Maduro no termina de tirar la puerta abajo en el club. En las siguientes 3 temporadas suma en total 43 partidos en Liga y 1 gol. Su competencia en el vestuario le ganaba siempre la partida tanto en el puesto de central como en la medular. Eso y una lesión de tobillo que le tiene en blanco en la 11/12 hacen que rechace una oferta de renovación y haga las maletas hacia el sur de España… con un susto de salud de por medio.

Malformación congénita en el corazón

Ese es el diagnóstico que recibió Maduro cuando detectaron que algo no iba bien. Una anomalía cardíaca congénita que hizo tambalearse su carrera deportiva en el verano de 2012, justo cuando fichó por el Sevilla. Finalmente, todo quedó en un susto, y pudo seguir jugando al fútbol, aunque debía vigilar muy de cerca su estado físico.

En cuanto a lo deportivo, Maduro cambió de equipo pero siguió en la misma dinámica. Más que nunca en su primera temporada en el club hispalense fue el jugador número 12. Fue titular con Míchel en la primera vuelta, pero tras su destitución (después de una derrota en Mestalla, casualidades de la vida), volvió a perder protagonismo de la mano de un viejo conocido: Unai Emery. Bajo las órdenes del guipuzcoano de nuevo, Maduro volvió a ver relegado su papel, aunque continuó teniendo minutos entrando como suplente. Al final, jugó 26 partidos en Primera y 4 de Copa del Rey.

Fueron los últimos partidos de Maduro en la liga española, porque la 13/14 la pasó en blanco hasta el mercado de invierno. De hecho, el fichaje a última hora de Iborra le dejó sin ficha. En enero ficha por el PAOK de Salónica griego, después juega con el Groningen de su país y acaba sus días como profesional en el Omonia chipriota.

Sus números totales en nuestra Liga: 102 partidos y 2 goles en 6 temporadas y media. Y aunque pueda parecer lo contrario, este holandés guarda muy buen recuerdo de Emery, a quien llama «maestro».

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Ratkovic: bosnio, serbio… y vigués

La década de los 90 fue dorada para el Celta. Desde que en el 92 ascendiera de la mano de Txetxu Rojo, el equipo gallego encadenó varias temporadas en Primera División, fue finalista en la Copa del Rey de 1994 y, finalmente, se paseó por Europa, primero en la Copa de la UEFA y después, ya en los 2000, en la Liga de Campeones.

A aquel Celta llegó nuestro protagonista de esta semana: Milorad Ratkovic. Este extremo izquierda nacido en Bosnia-Herzegovina pero nacionalizado serbio jugó en el Celik Zenica de su ciudad natal, el Borac y el Estrella Roja antes de llegar a Vigo. En una época en la que muchos futbolistas balcánicos abandonaban esta parte del mundo, inmersa en una horrible guerra, Ratkovic coincidió con otro bosnio histórico en las filas del Celta: Vlado Gudelj.

La exquisita zurda del serbio cautivó desde la primera temporada a Balaídos. Ratkovic, con 28 años, disputó 27 partidos, 25 como titular, y marcó 4 goles en su primer año como celeste.

Su participación y rendimiento bajó en su segunda temporada, aún con Txetxu Rojo en el puesto de entrenador. 22 partidos y 1 gol para Ratkovic aunque, eso sí, la 93-94 será recordada en la ciudad pontevedresa por la final de Copa ante el Real Zaragoza que se fue al limbo en los penaltis.

La siguiente temporada fue aún más difícil tanto para el jugador balcánico como para el club. Ratkovic solo jugó 16 partidos, en los que anotó 2 goles, en un año que empezó con muchos cambios en Vigo. Carlos Aimar sustituyó a Rojo en el banquillo y varios jugadores importantes abandonaron la entidad céltica: Cañizares, Engonga, Andrijasevic

Además, una falta administrativa estuvo a punto de dar con los huesos del Celta en Segunda B (junto al Sevilla). Sin embargo, la presión que ejercieron ambas aficiones hizo rectificar a la Real Federación Española de Fútbol.

A partir de ahí, llegarían las dos mejores temporadas de Ratkovic en el Celta. En la 95-96 el serbio estaría presente en 36 partidos y marcaría 5 goles. En la siguiente, 28 encuentros y 3 tantos en un equipo que empezaba a vislumbrar los grandes años con jugadores como Mostovoi, Mazinho, Revivo

El último año de Ratkovic en Balaídos, la temporada 97-98, sería testimonial, con solo 5 partidos disputados. El interior zurdo acabaría su carrera en Segunda División, en el Sevilla, en la temporada 98-99, con 34 años.

Una vez retirado, el serbio volvió a Vigo a vivir e incluso ejerció de ojeador para el equipo gallego de sus amores.

 

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Claudio López: el Piojo que picó a Mestalla

Corren tiempos convulsos en el Valencia Club de Fútbol. La entidad che vive una temporada de malos resultados, sobre todo en Mestalla, que le dejan más cerca del descenso que de los puestos de acceso a competiciones europeas. Tampoco ha sido el año del club ni en Champions League, ni en Europa League ni en la Copa del Rey. En la grada valencianista echan de menos tiempos mejores en el que disfrutaban de referencias en el terreno de juego, como lo era Claudio Javier López.

El argentino fue una auténtica referencia ofensiva en el Valencia de finales de siglo XX y principios del XXI. Llegó a Paterna en el verano de 1996, tras una temporada en la que el conjunto blanquinegro había alcanzado un inesperado segundo puesto de la mano de Luis Aragonés. En ese mercado de fichajes se marcharon del club valenciano Mijatovic, Viola y Mazinho, base de aquel subcampeón de Liga.

Para paliar esas bajas, la entidad de Mestalla estructuró su plantilla a base de estrellas reconocidas en su última etapa y nuevos jóvenes valores. Entre las primeras, Romario o un joven Karpin; entre las segundas, el Piojo.

En su primer año, Claudio López lo tuvo difícil. Tras la destitución del Sabio de Hortaleza, no gozó de la total confianza de Jorge Valdano. En esa temporada, el ariete solo hizo 3 goles en 32 partidos.

La 97-98 empezó mal para el Valencia y para el Piojo. Valdano casi le deja sin ficha por exceso de extracomunitarios, y el club ocupó puestos muy bajos en la clasificación. El entrenador argentino fue cesado en la jornada 4 y al banquillo llegó Claudio Ranieri. Y la suerte del delantero valencianista cambió. El fútbol de contraataque del preparador italiano favorecía a Claudio López por su velocidad. El de Río Tercero anotó esa temporada 12 goles en otros 32 encuentros. Dos de ellos, en esta memorable victoria valencianista en el Camp Nou:

La explosión definitiva del Piojo se produjo en el siguiente año. Con Ranieri en el banquillo y una plantilla para la Historia del Valencia (Cañizares, Angloma, Djukic, Carboni, Mendieta, Farinós, Milla, Angulo o Illie, entre otros), el equipo ganó la Copa del Rey en una final memorable ante el Atlético. Además, Claudio López quedó segundo en la tabla de goleadores con 21 tantos en 32 partidos, solo por detrás de Raúl.

La temporada 99-00 supuso otro hito en la trayectoria del conjunto che y del Piojo López. El Valencia comenzó ganando en agosto la Supercopa de España frente al Barcelona y acabó alcanzó la final de la Champions League, en la que perdió por 3-0 frente al Real Madrid. Era la última final con el Valencia para el goleador argentino, que en ese año acumuló 11 goles en 34 choques disputados. En total, 182 partidos y 72 goles con el club de Mestalla.

 

Posteriormente, Claudio López fichó por la Lazio italiana. Después volvería a su continente para jugar en el América de México, el Racing de Avellaneda, el Kansas City Wizards y el Colorado Rapids.

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