Uncategorized

A los y las Erasmus que se van…

Llega el mes de septiembre como suele llegar, con su fresquito por la noche, sus vueltas al cole, sus depresiones (¿?) postvacacionales… Para mí es un mes distinto este año. Vuelvo a vivir todo eso después de que justo hace un año me fuera de Erasmus en este mes, un 15 de septiembre.

Sí, voy a hablar de lo increíble que es esa experiencia. Para que alguien que me lea y se vaya este año, y aún tenga un poco de -lógico- miedo, se me vaya ilusionado ;).

Llegar. Dejar las maletas allí donde vas a vivir durante un año e ir haciéndote a los espacios, a los compañeros, a cómo huele la habitación o a cómo suenan las pisadas en ese suelo. Para mí tiene mucho de mágico. Cuando pase un año, os lo juro, os vais a acordar de quién es el primer estudiante erasmus al que viste al llegar (y seguramente qué le dijiste, dónde fue…). Aprovechad esos primeros momentos en los que os invade la novedad por las cuatro esquinas. Son únicos.

Y si os pasa como a mí, también será única -y también mágica- la primera semana. No soy fan del misticismo, pero esos primeros días tienen algo. Desde que abres los ojos en tu nueva cama. Empiezas a ir con gente que, sin conocerla de nada, pasa contigo muchísimas horas al día. Y con ella haces todo lo que tienes que hacer: papeleo en tu nueva universidad, ir a clase, papeleo en el banco, ir de compras, comer, tomar una cerveza, un café y -sí- salir de fiesta y cogerte tus primeras cogorzas. A las 24 horas ya tienes a tu familia. Todos os ayudáis porque todos os necesitáis. Por primera vez estaréis solos, en todos los sentidos. Y para mí, al menos, fue una sensación maravillosa.

A partir de ahí todo va rodado. No forcéis nada, dejad que vuestra nueva ciudad se os descubra poco a poco. Dejáos llevar y sed vosotros mismos. En esta experiencia hay mucha intensidad para lo bueno y para lo malo. No os preocupéis si un día estáis de bajón, porque es lo más normal del mundo. No os detengáis mucho a pensar las cosas, hacedlas o no. Sed libres, porque todo lo que absorbáis os va a servir muchísimo cuando todo esto acabe… porque se acaba. Que no se os olvide. Ni para bien ni para mal, dura lo que dura y se acaba. Por eso: aprended todo lo que podáis de la gente que os va a rodear este año. Aprended de vosotros mismos en situaciones en las que nunca antes habéis estado.

Aspirad a que cuando volváis a vuestra ciudad, a vuestra casa, con vuestro entorno habitual, a la pregunta de: «¿y qué tal el Erasmus?» respondáis: «Bien, tío, de puta madre. Mucha borrachera y eso». Aunque sepáis perfectamente que lo que habéis vivido no se resume, ni de lejos, en esas nueve palabras.

Estándar